Agil como lobo, listo cual sabueso,
un león causaba innúmeros daños
y aterrorizaba a gentes y rebaños
por toda Nemea, en el Peloponeso.
Inúties fueron por mes y aún años
batidas de caza contra el bicho avieso
así que ya nadie tenía redaños
para aventurarse por el monte espeso.
Heracles, que iba a Argos de camino,
se topó de bruces con el gran felino,
y en encarnizada y pareja pelea,
con la ayuda de una simple maza,
abatió a la fiera, coco de Nemea,
y mostró sus fauces, ufano, en la plaza
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