Mil esclavos, bregando noche y día,
desviaron el cauce del Busento,
para dar en su lecho enterramiento
a Alarico, que ayer no más moría.
Sus hombres en postrera pleitesía
enjoyaron su último aposento
y mil esclavos, luego, narra el cuento,
al río encauzarán por do solía.
Imitando la vieja usanza escita
así entierran al rey los visigodos :
con la turba de esclavos infinita,
deliberan qué hacer los jefes godos,
y el más cruel y dominante grita:
"!Ya han hecho su labor¡ !Que mueran todos"¡.
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