Más que en la fuerza de los elefantes,
que el frío de los Alpes diezmaría,
para vencer a Roma Aníbal fía
en sus tropas de ibéricos infantes.
Parcos en complexión, pero gigantes
en destreza, tesón y valentía,
son hijos de una tierra hosca y bravía,
que los esculpe al sol como diamantes.
Entrados en batalla, bien se nota
la furia de estas élites hispanas :
luchan hasta morir, nunca se agota
el carcaj de sus diestras cervatanas;
Roma llora derrota tras derrota :
Tesino, Trevia, Trasimeno, Cannas.
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