Aquí nació un gran día el Castellano,
al borde de la viña y el camino :
su pañal, un añoso pergamino,
su pañal, un añoso pergamino,
su padre, un monje oscuro y escribano ;
nació liliputiense, pero sano,
con un inconfundible aire latino:
pimpante y retozón, cantando vino
con la bola del Mundo en una mano.
Hoy, mil años después, crecido y sabio
padece rudo trato y torpe ultraje,
flagrante corruptela, terco agravio
e incongrua mezcolanza y maridaje;
¿ por qué no , pues, - aparte el Homenaje-
se le hace un merecido desagravio?
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