Aún me acuerdo de " El Bullicio",
un pintoresco local
de baile agarrado, vicio
que le sacaba de quicio
a la casta clerical.
Caí allí al desperdicio
de la Iruña residual,
todo el gremio meretricio,
pero había menos fornicio
que en un claustro monacal.
( San Félix de Cantalicio
visita el bailongo tal,
cuando era un casto novicio,
y no padece estropicio
su virtud angelical).
Con enorme beneficio
de la higiene genital,
se anunciaba en el Servicio
el gran remedio al suplicio
de las ladillas : ZOTAL.
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