Penélope no conciliaba el sueño,
con tanto pretendiente y tanto acoso :
muchos codiciaban aquel cuerpo undoso,
que de Venus parecía fiel diseño.
Y un día les propone : "Sea mi dueño
quien combe el arco que dejó mi esposo"
Todos lo intentan con afán rijoso,
y todos fallan en su ardiente empeño.
Cuando a Itaca sin ser reconocido,
vuelve Ulises tras prodiga odisea,
el arco que los otros no han podido
combar, él lo comba y lo pandea;
la mujer reconoce a su marido
que a todos los moscones asaetea.
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